miércoles, 30 de marzo de 2011

Greenpeace a la calle. ¿A quién le quita el sueño?


Marcha a favor de las energías limpias.

Es discutible la verdadera relevancia política que esta marcha, convocada por Greenpeace para el día domingo 20 de marzo, tuvo o tendrá en el accionar de las grandes autoridades que supuestamente determinan el destino de las tierras chilenas. Es que el tema de las centrales nucleares –y de las fuentes energéticas en general- pude ser discutible. Mientras algunos dicen que es las plantas nucleares son la única fuente de energía que definitivamente puede combatir a las contaminantes termoeléctricas a carbón, otros no están dispuestos a producir millones de desechos radioactivos, altamente corrosivos, con los que no se puede hacer nada más que aislarlos durante miles de años, arriesgando la vida humana. Ya conocemos los casos de Chernobyl o ahora sin ir más lejos, el de Japón… dos dedos de frente para darse cuenta del peligro que conllevan, sobre todo en este país donde la fiscalización deja mucho que desear.

Política y económicamente hablando podemos debatir acerca de la instalación de plantas nucleares en Chile y en el planeta, y si son una solución viable y limpia para la supuesta “crisis energética” y el supuesto “calentamiento global” (digo supuestos, porque esta marcha acepta estas teorías, que bien sabemos, son discutibles). Pero a las más de diez mil personas que fuimos a la marcha, eso no era lo imprescindible. Éramos diez mil personas asustadas, temerosas, queriendo luchar por defender una tierra hermosa, una tierra que amenaza en desaparecer, en paisajes que amenazan en ser sólo recuerdos o postales o pinturas de artistas nostálgicos. Unidos en canto y alegría, al ritmo fosforescente del colectivo andino Yuriña (el cual recomiendo buscar el Google), niños, abuelos, jóvenes, familias, negros, blancos, homosexuales, animales, tenían cabida en esta celebración por la vida del planeta. Que hermoso fue ver familias enteras, tomados de la mano, en esta marcha por la vida. Porque la tierra es de todos, y éramos un grupo de personas que teme por perder los paisajes hermosos que el planeta nos regala, que buscábamos cobijarnos entre nosotros. Un grupo de personas que sueña con que esos paisajes no sólo sean objetos turísticos para las vacaciones, o centro de preservación por una fauna y una flora en peligro de extinción, sino parte de nosotros, de nuestra vida cotidiana, que sean verdaderamente de nosotros y no de grandes empresas o de cualquier privado. Tememos por esos paisajes, por los ríos y montañas, por los campos de siembra, sustento de Chile, por los valles fértiles, por los mares bravos. Por lo que el dinero pueda hacer con ellos. ¿Señores, cuándo se les ocurrió que valían su dinero? Lo cantó Calle 13 junto a la Camila Moreno en el festival de Viña, lo cantamos en la marcha, los diez mil chilenos temerosos.

Daba igual de dónde viniéramos. Nadie pifiaba a los actorcillos que animaron el evento final, nadie pifió a los hippies con plata de la comunidad ecológica, o a Greenpeace o a quien fuera que organizó la marcha, daba lo mismo, nadie prejuició si algún pelo lais o un flayte o un punk se apareció por las calles del centro hasta la plaza Brasil. Todos cantaron el “Obama, Piñera, la misma billetera” e improvisaron con la Camila Moreno el “no lo queremos, no nos da la gana, ser otra colonia norteamericana”. ¿Quién habrá inventado esos famosos cantos de guerra urbana? “uf, uf, que calor...”, “ula, ula...”, “...quién lleva la batuta, los estudiantes o los hijos de puta”... ¿se sentirá importante? Yo creo que esos cantos no tienen dueño ni nombre. Ese día éramos todos cantando a favor de la vida del planeta, riendo, compartiendo, sintiendo la buena onda. (¿Por qué no serán así todas las marchas? ¿Será porque no todas las organizan los hippies buena-onda de Chile?) Y al final, una vez terminado el evento de clausura con la Camila Moreno, los Inti-illimani y los Pate’ cumbia, y los discursos de los organizadores y colaboradores “oficiales” (el Greenpeace se soltó las trenzas, el dirigente estaba desesperado y dijo “y si hay que hacer desobediencia civil, pues la hacemos”), todos unidos en la locura cósmica formamos la bandera de la paz maya con los cuerpos humanos tomando con nuestras manos las manos de desconocidos. Todos felices. La marcha un éxito. Convocatoria no estimada. Jornada emocionante hasta las lágrimas. Ahora bien... ¿Le quitará el sueño a alguien? ¡Qué importa!




Por Benjamin Villalobos

1 comentario:

  1. pienso que en estas cosas hay que considerar la tierra en peligro no solo como paisajes en peligroo. Para algunos puede ser una perdida de ese tipo y para los dueños de tierras o plantaciones, perdidas productivas, pero en el fondo si tu destruyes hectareas de tierra en el sur o en el norte lo que se pierde es más que eso. Destruir las tierras es destruir las formas de vida de quienes las habitan.La gente, los campesinos, que viven, trabajan y cuidan SUS tierras (nosotros estamos ajenos a eso) y las valoran como parte de su vida al estar concientes de que ES la fuente de vida, saben que va mucho mas alla de un paisaje lindo, que es por lo que generalmente la gente, nose po, la clase alta magallanica o de pronto los grenpis pelea. la tipica imagen de los ecologistas defendiendo la patagonia es una carretera con cables. NICAGANDO ES TAN SENCILLO. se rompen caminos cultivos pegas sitios rituales y una serie de valoraciones a la tierra culturalmente distintas alas nuestras. Lo mismo pasa con los mapuche , para quienes la tierra tiene tambien monton de contenido simbolico o religioso de valoraciones no productivas que el derecho civil y la economia capitalista no comprende y que hay que defender. nose, si ampliamos el conflicto tiene raices historicas de siglos, y matices politicos dificiles de deshacer. igual hay qe seguir luchando, y bailando, con los yuriña que estuvieron el año pasao tambien todas las semanas en lamarchas mapuche .
    perdon por la redaccion alotijuai y por si no se me entiende jaja

    =)
    =)
    =)
    esta bonit el blog, saludos vigotudos.

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