viernes, 22 de julio de 2011

Película : PRESUNTO CULPABLE

“El alba traía la muerte del joven republicano que se enfrentaba con el pelotón de ejecución. (…) El grupo de oficiales se había situado a un lado para asistir a la ejecución y ahora la escena era tensa, en un penoso silencio.” (Único cuento de Charles Chaplin, sobre la guerra civil española)
“Cuando entré en la cárcel comprendí al cabo de algunos días que no me gustaría hablar de esta parte de mi vida” (El extranjero, Albert Camus)

Hay noticias que motivan, y de pronto las tragedias le abren a uno los ojos. Entonces uno se da cuenta que siempre falta alguien que informe, o trate de correr la voz.
En los últimos meses del 2010 sucedieron cosas que me motivaron a investigar: el 8 de diciembre en San Miguel murieron 81 reos en una cárcel chilena. Este acontecimiento desencadenó millones de interrogantes, y conversaciones de sobremesa que terminaron en conclusiones nihilistas. ¿Se merece alguien el encierro e indiferencia que tenían ellos? ¿Por qué colapsan las cárceles chilenas? ¿Deben mezclarse violadores con vendedores piratas? ¿De quién es la culpa? ¿Existen en el planeta problemas como este?


Lo más paradójico de todo es que sabemos que el sistema judicial chileno tiene fallas (aquí me paso a la parcela del vecino como diría Salinas), y además no somos el único país con falencias (al parecer es la humanidad la injusta).
Existe una modalidad de condena llamada la prisión preventiva que encierra a los sospechosos hasta que se les pruebe la inocencia.
No fue hace mucho que estalló el tan comentado montaje del Caso Bombas, con un fiscal Peña “el Zar antidrogas”, de lo más mediático presentando pruebas de dudosa reputación y que violan los derechos humanos. El montaje político es severo en el mundo, utilizando los medios de comunicación como títeres o grandes herramientas del engaño (tema a abordar en algún otro escrito).
El engaño es generalizado y donde es más fácil encontrar datos es en Estados Unidos ¿serán reales? DPIC (sigla en inglés de Centro de información de Penas de Muerte), organismo que opera con datos estadounidenses, estima que el tiempo promedio de espera para los condenados con pena capital antes de ser exonerados es 9.3 años, pero de 15 a 30 años no es inusual.
Meursault, protagonista de El Extranjero de Albert Camus, comete un absurdo crimen y, a pesar de sentirse inocente, jamás se manifestará contra su ajusticiamiento ni mostrará sentimiento alguno de injusticia, arrepentimiento o lástima. Un sentimiento que parece ser de un observador que conoce más que nosotros mismos sobre nosotros, un conocimiento superior de lo que significa la existencia y futurista de cómo resultan las cosas: mal. La pasividad y el escepticismo frente a todo y todos recorre el comportamiento del protagonista: un sentido aburrido de la existencia y una desconfianza total de las fuerzas humanas, algo que queda manifiesto en el actuar humano:
Cornelio Dupree, un estadounidense de 51 años fue exonerado totalmente el año pasado tras despojarlo de 30 años de su vida. En 1980 fue condenado a 75 años de prisión por secuestro, robo y violación de una mujer blanca de 26 años. Las pruebas de ADN demostraron que él era inocente.

"Las palabras no pueden compensar lo que perdí", dijo Dupree en una conferencia de prensa después de la audiencia. "Mis dos padres murieron (mientras estuve preso), creo que el sistema debe cambiar", agregó.
Ronald Jones es el preso número 64 en los Estados Unidos que logra zafar del verdugo, gracias a la utilización de técnicas genéticas que no existían cuando fueron sentenciados. El caso de Jones es inquietante, porque se demostró que, después de una terrible paliza, fue obligado a firmar una confesión de un asesinato que no cometió. El hombre fue sentenciado a muerte en 1989 por el crimen de Debra Smith, de 28 años, ocurrido cuatro años antes. En su juicio declaró que los policías lo golpearon en la cabeza y el estómago, para que firmara la confesión del asesinato de Smith. No pude aguantar más, dijo en el juicio, pero el jurado no le creyó. Sin vacilar, fue condenado a la pena capital. Finalmente, una muestra de semen encontrada en el cadáver favoreció a Jones dándole la libertad luego de 12 años.


Y así , gugleando, se encuentran muchos casos como el de Williams, Jimerson, Willie Raines y Kenny Adams –conocidos como los Ford Heights Four- fueron condenados por doble asesinato y violación de una pareja de personas blancas en una estación de servicio en los 70´s, a pesar del hecho de que no había evidencia física que los vinculase con el crimen. En una oleada de recrudecimiento del crimen, los políticos pusieron presión sobre la policía para que pusiera a alguien tras las rejas por los homicidios, entonces rápidamente cuatro hombres negros del barrio pobre de Ford Heights del sur de Chicago fueron arrestados (racismo puro americano).
Poco tiempo después del arresto, la policía recibió información sobre la identidad de los verdaderos asesinos. Esta información permaneció enterrada en un archivo policial hasta que fue descubierta por Protess, abogado y profesor estadounidense, y tres de sus estudiantes en el año 1995. Esto llevó a nuevos exámenes de ADN, que terminaron exonerando a los condenados. Finalmente fueron liberados tras pasar 18 años en prisión condenados a pena de muerte.
Protess apunta que el caso de los Ford Heights Four evidencia que el sistema judicial no se corrige a sí mismo y que personas inocentes fueron y serán ejecutados si ellos son demasiado pobres como para pagar un abogado privado, como lo es el 90% de los procesados con pena de muerte. Según Protess este caso sirve para demostrar el carácter clasista y racista de la pena de muerte.
Una investigación realizada, en Septiembre de 2000, por el New York Times encontró que en los últimos 20 años el índice de homicidios en los Estados con pena de muerte es 48 a 101 por ciento más alto que en los Estados sin la pena capital (Estados abolicionistas).
Muchas de las condenas erróneas estuvieron basadas en evidencia modificada por la policía, falta de conducta de los fiscales, falsas confesiones, errores de testigos, y “ciencia chatarra” (junk science, en el original).
La experiencia (escribe el juez Michael A. Ponsor, en el The New York Times) me deja con una conclusión ineludible: un régimen legal basado en la pena de muerte inevitablemente va a ejecutar a personas inocentes – no muy seguido, uno espera, pero sin lugar a dudas, alguna vez.

De la escuela periodistica de los Freakonomics. Se está poniendo bueno ser del cuarto poder.

Esto lo escribí hace mucho tiempo y ahora lo quise rescatar porque descubrí este documental mexicano del 2009, que tiene mucho que ver.
"Acusado sin una sola prueba contundente, Toño fue condenado a 20 años de prisión. Dos jóvenes abogados decidieron pelear el caso y fue así como comenzó una lucha heroica, sin precedentes en México, por la libertad."



http://www.cuevana.tv/peliculas/3331/presunto-culpable/



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